Con este artículo intentamos contaros como y porque la butaca Barcelona de Mies van der Rohe ha vuelto a ser un símbolo del diseño clásico y ha tenido tan éxito en todo el mundo. ¿Cómo es posible que una simple butaca pueda volver a ser tan famosa?
En ese artículo intentaremos precisamente explicaros las razones del éxito de esta “pequeña” obra maestra del diseño.
La historia de la Barcelona Chair empezó en 1929 y es evidentemente vinculada a un hombre que se llamaba Ludwig Mies van der Rohe.
Van der Rohe, quien nació en 1886 en Aquisgrán, empezó en juventud a ir al taller de picapedrero de su padre y a aficionarse al arte de la decoración y del estucado. En 1905 se trasladó a Berlín donde encontró un trabajo como diseñador de muebles de diseño en el estudio de Bruno Paul. En 1908 empezó a ir al estudio del maestro Peter Behrens y conoció a Walter Gropius y a Le Corbusier, quienes durante aquellos años estaban perfeccionando su experiencia en el “taller” del maestro berlinés. A finales del 1919 Van der Rohe abandonó las formas de derivación neoclásica para acercarse al constructivismo y al moviemiento holandés De Stijl. Empezó a proyectar empleando de manera muy innovadora el vidrio y el acero.
Igual como otros arquitectos de su época comprende la importancia del uso del mobiliario de diseño como complemento de las viviendas y esta convicción le llevó a desarrollar sus primeros muebles.
El 1929 es el año crucial para el nacimiento de la butaca Barcelona Chair. El gobierno alemán encarga en efecto a Mies van der Rohe la tarea de crear el German Pavilion en la Worlds Arts Fair en Barcelona.
A través de la realización del German Pavilion, Mies pone en práctica su idea del edificio moderno que se caracteriza por amplios espacios y se compone de sus materiales preferidos: acero, vidrio y mármol.
Al completar la estructura del edificio Mies se dedicó a la realización del mobiliario.
Sería lógico pensar que al terminar la construcción del entero edificio, el diseño del mobiliario sea un juego de niños. Mies van der Rohe no pensaba exactamente lo mismo: “La silla es un objeto muy difícil a hacerse. Cualquiera haya intentado hacerlo, sabe de que estoy hablando. Hay muchísimas posibilidades y un montón de factores a tener en cuenta, una silla tiene que ser ligera, cómoda y resistente. Es casi más simple construir un rascacielos que una silla…” 1930 [sigue].